La vaca de mármol
El proyecto Equilátero (Cine-debate por la diversidad cultural) —conducido por el profesor y crítico, Rubens Riol— presentará el próximo lunes 12 de enero, a las 5.30 p.m., el documental “La vaca de mármol”
(2013) del reconocido crítico y realizador cubano Enrique Colina, quien será nuestro invitado especial. La presentación tendrá lugar en una de las salas de cine del Edificio Santo Domingo, cuya entrada se localiza en la Calle San Ignacio, entre Obispo y O´Reilly, La Habana Vieja.
Sinopsis: El documental recrea la leyenda popular de Ubre Blanca, la mítica vaca que rompió el récord Guiness de producción lechera (110,9 litros) en tres ordeños en un solo día de enero de 1982 y alimentó la quimera de la genética cubana.
Enrique Colina ha sido Director de la Cátedra de Documental de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños y es Profesor Titular de Cine en el Instituto Superior de Arte / Cuba. Ha impartido cursos, talleres y conferencias en universidades y escuelas de cine de Cuba, México, Chile, Argentina, Venezuela, Canadá, España, Francia, Inglaterra, Marruecos. Además ha sido jurado en numerosos festivales de cine. Realizador de 11 documentales y 9 cortometrajes de ficción como: “El Unicornio”, “Casting”, “Las Cartas sobre la Mesa”, entre otros. También ha sido el director del largometraje “Entre Ciclones”, opera prima seleccionada para la Semana Internacional de la Crítica en el Festival de Cannes de 2003.
“Una vaca en la colina o el bochornoso espejismo de la tauromaquia insular”
Por: Rubens Riol
I
La vaca de mármol (2013), el más reciente documental del realizador y crítico cubano, Enrique Colina, constituye un generoso ensayo audiovisual de enfoque antropológico acerca de “la exageración” como marca idiosincrática; verificable en la dimensión épica construida por la prensa y el discurso oficial en torno a Ubre Blanca, una res que sufrió tantos ordeños diarios como Cuba provocaciones del Imperialismo.
De ahí que el prestigioso rumiante se convirtiera en símbolo del orgullo nacional casi en detrimento del tocororo (nuestra bandera emplumada). Por tal razón, semejante fenómeno no podía ser abordado sino desde un acercamiento crítico, mientras se nos brinda la oportunidad de mirarnos al espejo y comprobar nuestra vocación histórica por una desmesura que no conoce límites.
En este sentido, lo verdaderamente patético radica en el lugar que llegó a ocupar la vaca como paradigma de fe en la existencia del cubano de aquellos años (competencia infantil, obsesión ridícula, banalidades del poder, extravíos de la emulación socialista); todo porque el animal llegó a producir 110,9 litros de leche un día cualquiera de enero de 1982, arrebatándole el título de campeona mundial a su rival norteamericana, Linda Allen, que poseía dicho crédito desde 1975.
Como si no bastara para conformar el repertorio de un circo, el documental nos revela que la bestia disponía de alta seguridad para evitar el mal de ojo, así como música indirecta y aire acondicionado, además de su debut ante las cámaras de televisión a propósito de las frecuentes visitas de Fidel Castro junto a delegaciones oficiales, convirtiéndose en un verdadero suceso mediático.
A estos efectos, un milagro que se produjo debido al cruzamiento genético de un toro de la raza Holstein (de alta producción lechera) con una madre Cebú muy resistente al calor, catapultó a Ubre Blanca de su vaquería natal —en el distrito La Victoria (Isla de la Juventud)— al Olimpo zoológico, compartiendo el mismo status del león de la Metro, la perra Laica, Babe (el cerdito valiente) y el pato Donald, entre otros.
Pero la historia no era aún lo suficientemente descabellada y surrealista hasta que comprobamos que, como toda estrella —después de conquistar la fama conoce un período de decadencia— Ubre Blanca tuvo que ser sacrificada en 1985 (víctima de un cáncer de piel), embalsamada como Lenin y Ho Chi Min, lo cual nos demuestra otra vez, la falta de discernimiento bajo el calor del trópico: ¡otorgarle a un mamífero difunto la misma relevancia que a un líder político de jerarquía internacional!; para más tarde ser inmortalizada en una escultura de mármol blanco por el artista Abelardo Rodríguez.
Como bien señala el realizador esta fue apenas “metáfora de una realidad enajenada”, la extensión de planes utópicos, concebidos desde la mentalidad optimista del subdesarrollo, los cuales conocieron el fracaso, como la Zafra de los 10 millones, el Cordón de La Habana, el plátano Micro-jet…
II
El material presenta de forma detallada la biografía de Ubre Blanca, mediante la voz en off del propio Colina, quien se vale de un tono sarcástico y varios guiños, tal vez inconscientes, a La isla de las flores —documental admirado por él—en esa madeja permanente de asociaciones culturales más parecidas a un juego de palabras; para lo cual se sirve de fragmentos animados, una infografía intencionalmente didáctica, imágenes de archivo y convencionales talking heads (figuras representativas de la cultura nacional, acaso mal seleccionadas como Nelson Herrera Ysla o Leonardo Padura, cuyos puntos de vista aportan exiguos elementos a la narración, no así el caso de Rafael Zarza, por ejemplo, quien ha trabajado sistemáticamente la imagen del ganado vacuno como elemento distintivo en su poética).
Más allá de ese probado interés por revisitar la historia de la Nación y el festinado imaginario de nuestro pueblo, Colina, insiste en agotar —en pos de una coherencia mayor: su ardua lucha por amasar la hipérbole— todos los conceptos del diccionario y antecedentes internacionales que relatan la vida, pasión y muerte de las vacas desde la antigüedad hasta nuestros días, para luego problematizar el asunto en el controvertido escenario nacional, iniciativa esta última, más que plausible; teniendo en cuenta el hecho de que esta especie fue importada, o sea, no es oriunda de nuestro país, sin embargo, y paradójicamente, posee un lugar privilegiado en nuestra idiosincrasia: recordemos la limitada distribución de la carne de res, la dura penalización vigente para condenar el hurto y sacrificio de ganado mayor, la racionalización de la leche para niños de hasta 7 años, el yogur de soya, la leche en polvo.
Además de las figuras publicitarias y canciones populares que perviven en nuestra memoria colectiva como la Vaca Matilda, ¡Tolón, Tolón!, “el Buey cansao” y ¡Pijirigua, quiere seguir a la antigua!, campaña contra la inseminación artificial.
A propósito de todo esto, recordé de inmediato una pintura de Alejandro Campins, titulada Sobrecumplimiento (2008) —que curiosamente no viene referida en el material, lo cual me parece extraño, teniendo en cuenta la exhaustiva investigación de Colina— donde vemos a una vaca vertiendo toneladas de excremento, franca burla a aquella utopía de querer producir más leche y mantequilla que Holanda. En este sentido, y por contraste, el montaje privilegia escenas de nuestros deportistas más gloriosos, como Javier Sotomayor, Juan Torena y Débora Andoyo, para aplaudir mediante esta analogía el triunfo vacuno y hacer alguna que otra observación respecto a la identidad del cubano, a partir de aquella vieja frase —devenida axioma cultural— que observa: “el cubano o no llega o se pasa”.
La vaca de mármol es un interesante trabajo desde el punto de vista temático que se suma a la extensa obra documental de este realizador:
Vecinos (1985), Chapucerías (1986) y Los bolos en Cuba (2011), entre muchos otros, donde confrontamos su viejo ánimo de hacer crítica social, desde los habituales costados del choteo y el costumbrismo, con una especial vocación reformadora.
Contactos:
Tel: 8696133 ext. 23327
E-mail: equilatero@sangeronimo.ohc.cu
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