Una clase especial. Jorge Fornet dialoga con los estudiantes del Colegio universitario San Gerónimo de La Habana

Por: Dra. Leonor Amaro Cano

Una clase especial. Jorge Fornet[1] dialoga con los estudiantes del Colegio universitario San Gerónimo de La Habana.

La licenciatura en Preservación y Gestión del Patrimonio Histórico-Cultural,  a diferencia de otras carreras universitarias de larga tradición,  surgió bajo una mirada de integración cultural  de todas las especialidades desarrolladas por los equipos de trabajo de  la Oficina del Historiador de la Ciudad, por lo que el ajuste pedagógico de las disciplinas convocó,  desde su primera estructuración,  a garantizar una formación donde los saberes se deslizaran y se articularan para lograr una verdadera interpretación del patrimonio,  y luego  conservarlo y gestionarlo en pro de las futuras generaciones.  Así,  desde su fundación en el 2008, las disciplinas fueron ensayando en sus planeaciones didácticas que el estudiante estuviera obligado a  remitirse  a los conocimientos precedentes para la  mejor comprensión de las clases, a la vez que accedieran simultáneamente al vínculo entre asignaturas desde el punto de vista cognitivo, de manera que el arsenal que fueran construyendo posibilitara  entender los procesos culturas del ayer y los que los envuelven hoy como estudiantes y futuros profesionales.

El trabajo metodológico,  que debía sostener estos propósitos, ha sido llevado a cabo por varias asignaturas. Bastaría citar las visitas dirigidas a museos, recorridos históricos, participación en proyectos culturales para apreciar como se va haciendo realidad algo que se plantea en todos los diseños curriculares pero,  que muchas veces,  no pasa de una simple formulación. Lograr una enseñanza transdiciplinar e interdisciplinar requiere, además de una formación profesoral en ese mismo sentido, de programaciones  de actividades docentes despojadas de lo tradicional de la enseñanza. Vale la pena puntualizar que, sin dejar de reconocer todo lo valioso que ha significado las llamadas “clases magistrales”, los momentos actuales nos convocan a nuevos ejercicios donde los estudiantes sean forzados a la duda, a la reflexión y al debate. Aprender a formular preguntas más que responder, a repensar lo que parece  confirmado y lograr intercambiar opiniones en términos académicos que parten de respetar la diferencia de ideas,  es sin dudas lo más atrayente para cualquier profesor joven y,  todo un desafío,  para aquellos que han alcanzado su maestría por vías más arraigadas en el plano de proceso enseñanza aprendizaje.

Una muestra de estos esfuerzos pude apreciarla el  6 de octubre del presente curso al ser invitada a una clase de la asignatura Procesos políticos y culturales de la sociedad cubana, que imparte la profesora Lourdes Morales Frías. Desde su cátedra, había diseñado con mucho acierto detenerse en aquellos momentos más neurálgicos y debatidos –no solo en el país sino también por la prensa extranjera-  en torno a la problemática de la revolución como proceso de transformación social.

Se proponía, en esta actividad docente, lograr un debate de las diferentes ideas sostenidas en torno a la cultura en el proceso revolucionario. Para ello, como elemento antecedente,  los estudiantes contaban con un ordenamiento de los principales acontecimientos acaecidos desde la década del ’60, y una recomendación bibliográfica general que sirviera de marco referencial a la lectura de uno de los libros más cotizados en la Feria del Libro del año 2013. El 71. Anatomía de una crisis, del ya reconocido escritor Jorge Fornet, quien vendría, por invitación de la profesora, a dialogar con los estudiantes.

La actividad cumplió con creces los propósitos metodológicos,  pues los estudiantes se involucraron desde el principio en la narración inicial del autor, quien logró una atmósfera que yo calificaría “de encantamiento”,  al  referirse  reflexivamente a un repertorio enorme de fuentes (publicaciones, memorias, cartas, ensayos), cada una de ellas analizadas bajo su óptica de cronista,  investigador y analista  de los acontecimientos de uno de los momentos más controversiales para la intelectualidad,  no solo cubana,  sino también para la inteligencia de izquierda en el mundo latinoamericano  y europeo.

Como resultado de aquel encuentro no solo quedó el aplauso extendido, las gracias sinceras de la profesora, la complacencia de los estudiantes expresadas en sus  caras satisfechas que ignoraron el reloj por casi dos horas, las palabras de gratitud del Vicedecano, Dr. Félix Julio Alfonso,  sino también la comprobación de un quehacer inteligente en el plano del  de aprendizaje. Para  una simple memoria pudiera registrarse algunas de las intervenciones realizadas y consideraciones formuladas, por lo que en  aras de socializar esta experiencia,  me gustaría recordar  las siguientes:

Una primera intervención acotaba la ausencia de muchos de los aspectos explicados en los programas tradicionales de Historia de Cuba con lo cual los jóvenes, muchas veces, recibían la información de manera desorganizada, mal interpretada o enfocada desde un visón personalista. Las múltiples opiniones sobre épocas pasadas pero recientes, desde una perspectiva historiográfica, deja al estudiante  perplejo o sin argumentos en debates que hoy, dado el desarrollo tecnológico,  pueden llevar adelante por colegas en distintas partes del mundo. Sin ser un propósito de la discusión se hizo evidente la necesidad de preparar a los jóvenes con la mayor transparencia de su ayer cercano.

Se pronunciaba otro estudiante, y con agudeza indicaba  la necesaria relación entre capacidad económica de la revolución para llevar adelante sus proyectos  y la voluntad política para hacerlos realidad de forma más plena.  Primaba en este caso la visión de una nueva generación que pone énfasis en los resultados de la economía a la par de las reivindicaciones sociales; pero además  se evidenciaba el uso de los conocimientos adquiridos en las clases de Economía Política.   Sin querer, llegaron a mi mente los grandes debates de los teóricos de la revoluciones, en particular, la tesis sostenida  en los años  80s por   Nicols Poutlanzas, satanizado en aquella época por la ortodoxia marxista.

En ese sentido, el hecho de que fracasos económicos marquen  un comportamiento de orden social evidencia el interés de las  cuestiones teóricas como los llamados eslabones causales, que pueden esclarecer los distintos momentos de la historia de un país o de un proceso. Al calor de las intervenciones, el autor del libro,  hizo una especie de deliberación acerca de las  secuencias de los comportamientos de las revoluciones históricas de manera comparada que nos pareció a todos –según conversaciones post-clases- muy  interesante, precisamente por  ser planteadas  por un estudioso de la cultura y no  un historiador de formación. .

Sin que se lo  propusiera nadie, sin que se formulara una pregunta desde la mesa,  los estudiantes expusieron sus ideas invocando conocimientos de muchas de las asignaturas cursadas. Sin dudas, disciplinas como Economía, Historia, Filosofía  y   Teoría Política habían dejado una huella; en particular esta  última,  por la excelencia del Dr. Jorge Luis Acanda, a quien todos los estudiantes recuerdan. Es de destacar que  todas las intervenciones y preguntas fueron formuladas de manera genuina con el lenguaje que caracteriza a los jóvenes de hoy evidenciando la atmósfera  de respeto por el tema, por  el dominio que mostraba el disertante y, por el ejercicio  novedoso que los incluía en la reflexión de orden histórico. Sabido es que conversar con el autor de un libro, el ejecutor de una obra arquitectónica, el compositor de una obra musical siempre  será una motivación para el público, mucho más para un aula llena de jóvenes ansiosos por resolver sus múltiples dudas  con respuestas inteligentes y creíbles.

Subyacía en cada intervención y,  en algunas preguntas,  el criterio de la existencia de un momento estalinista en el desenvolvimiento de la revolución cubana. Por la excelencia de la presentación, la franqueza del escritor y la precisión de las informaciones acopiadas, no fue necesaria ninguna consigna, ningún aserto para comprender la complejidad de un año – período breve en un proceso revolucionario-  que no siempre permite establecer un calificativo cerrado o una comparación  que no tenga en cuenta el  tiempo y el espacio.  Pero lo más importante hoy es que lo polémico  no puede estar al margen del  debate  propio de  las aulas universitarias,  mucho más en estos tiempos. Termino agradeciendo la invitación a  esta actividad memorable en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana.

[1] Ensayista, escritor, profesor,  investigador  y miembro de la Academia de Lengua de Cuba. Director del  Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas.  Entre sus textos se cuentan, además: Reescrituras de la memoria, novela femenina y revolución en México; La pesadilla de la verdad (1998); El escritor y la tradición; en torno a la poética de Ricardo Piglia ; ¿Para qué sirven los jarrones del Palacio de Invierno?; Los nuevos paradigmas. Prólogo narrativo al siglo XXI.

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